
“Cuando empiezas a creer en ti, tus sueños empiezan a materializarse” – La vida es un océano de múltiples posibilidades, sólo tienes que dar el primer paso.
Quiero empezar agradeciéndote estar aquí. Sea cual sea el motivo que te haya hecho darle clic a este enlace, que sepas que estoy aquí para recordarte lo valiosa que eres, y sin importar lo grande o difícil que puedan verse tus sueños, pues que no desistas, no abandones, no los olvides. Si está en tu corazón y puedes verlo con los ojos cerrados, es porque ya existe, solo falta que se materialice.
Pero, ojo, tus sueños no van a hacerse realidad si te quedas echada en la cama viendo “La Rosa de Guadalupe” (las compañeras latinas sabrán de qué les hablo). No. Los sueños se trabajan. No importa que tan lejos lo veas, que tan inalcanzable sientas que está tu objetivo. El primer paso que debes hacer es CREER EN TÍ.
Gran parte de mi vida pensé que era capaz de muchas cosas, sacar buenas notas, entrar a la universidad a la primera. Terminar las carreras que eligiera. Estudiar se me da bien. Estar con el chico que me gustara también puede considerarse dentro del paquete, (hasta el momento claro, jajajaja, bueno, Arjona no está en la lista, por más conciertos que fui, nunca me ha visto jajaja)…
El punto es, que al crecer bajo la protección económica de mis padres y casarme muy joven con un hombre que también me lo daba todo, sin darme cuenta me annulé. ¿Sabes qué es lo más increíble de todo esto?…que yo no lo sabía, no me había dado cuenta. Nunca me he sentido menos que nadie, al contrario, siempre me he considerado muy afortunada dentro del entorno socioeconómico, he tenido la posibilidad de estudiar en el mejor colegio que pudieron pagar mis padres y graduarme en Derecho y Ciencias Políticas en una universidad privada.
He viajado a muchos países, conozco otras culturas y si mi inglés no es perfecto no ha sido por falta de oportunidades. Todo eso siempre me hizo creer que me amaba. Lo cierto es que tenía todo, menos AMOR PROPIO.
Pero la vida que es muy sabia, me puso años atrás en una situación en donde me vi obligada a evaluar qué había hecho yo realmente por mi economía. Yo, Rosa Amelia, como ser individual. No lo que me pudieron dar mis padres, no lo que me pudo haber dejado mi esposo, no lo que me compartieran mis parejas (que desde aquí un saludo grande, si alguna vez pasan por aquí, que sepan que les agradezco cada entrada al cine, teatro, concierto, viajes y todo lo que aportaron en su momento a mi vida).
En ese momento, sentí que el mundo se me venía encima. Yo no trabajaba por necesidad económica. Trabajaba por felicidad. Atender a mis clientas siempre me había llenado el alma. Esperar como una niña a que llegara el viernes para comprar brownies y ver películas de terror con mi chino (así le digo usualmente a mi pequeño, ya hoy de 18 años), era una de las cosas que más feliz me hacían.
Yo trabajaba y ganaba dinero sí, pero no era suficiente para hacerme cargo al 100% de mi, de mi departamento, de mi hijo, de nuestros estudios, alimentos y todo lo que conlleva ser independiente.
Hoy miro atrás a esa mujer a la que, cual balde de agua fría le cayó de pronto la noticia que se encontraba con ella y su hijo y mucho aprendizaje por delante. Me gustaría decirle que ella es fuerte, que ella es grande, que ella puede. Me gustaría pararme frente a ella y contarle que en un futuro no muy lejano ella estará enseñándole a muchas mujeres de lo que son capaces. Y que su mayor felicidad será dedicar su vida a ayudar a cumplir sus sueños.
Esa mujer que pensaba que no era capaz de alcanzar grandes cosas por ella misma hoy se siente más fuerte y poderosa que nunca. No se porque hablo de esa mujer como si fuera alguien diferente a mí jajaja, me pasa, me pasa cuando lo cuento a mis mentoreadas en sesiones. Se que hoy me ven de una manera, pero no saben todo el calvario emocional por el que pasé para ser quien soy hoy. Y quiero que todas lo sepan.
Se que mi historia (hoy resumida en un breve texto) puede cambiar la vida de muchas mujeres, se que allá afuera tú que me estás leyendo te puedes ver reflejada en mi. No se cuál sea tu historia. No se cuál sea tu miedo. Lo que si se es que haz venido a esta vida a brillar, a cumplir tus sueños y a ser feliz. Y por eso, hoy quiero compartirte un pedacito de mi historia.
Entra aquí, te enterarás de una parte muy importante de mi vida, de la que no he contado antes y de la que saben muy pocos: https://www.instagram.com/tv/CDC06xrgrH3/?utm_source=ig_web_copy_link
Pisar un escenario Ted frente a muchas mujeres y contarles como fue que lo perdí CASI TODO, decir todo sería muy ingrato de mi parte. Pero no hablo sólo de las cosas materiales. Te hablo de un estado emocional en donde crees que no encontrarás la luz al final del túnel, donde ves sólo oscuridad. Donde por el simple hecho de no confiar en ti , ves todo gris afuera, cuando en realidad hay un infinito océano de posibilidades. Todo inicia en la confianza que tengas hacia ti.
Hoy no es un escenario Ted. Hoy son las redes sociales de esta gran plataforma internacional. Para mí, es la mano de Dios diciéndome que voy por buen camino, que siga trabajando en lo que amo, que siga ayudando a otros a cumplir sus sueños porque estoy segura que es la mejor manera de alcanzar los míos, que no cambie el rumbo, que sea paciente y que confíe.
Se que muy pronto les estaré contando que pisaré escenarios y que muero de nervios y de amor. Gracias por acompañarme en esta vida.
La vida tiene cosas maravillosas para tí y para mí. ¡Sólo confía!
Rosa Fuentes dice:
Mis Felicitaciones hijita, siempre con perseverancia y trabajando como lo haces, llegarás a la meta que te propongas.
Realmente sirves de inspiración de muchas mujeres y estoy orgullosa de tus logros… Te quiero mucho.
Rosa Amelia Alvarado dice:
Gracias mamá, gracias por creer en mí aún cuando yo no creía. Por ser mi referente de fe y fortaleza y por enseñarnos a mis hermanos y a mí que mientras estemos unidos, lo podemos todo.
Te Amo 🙂